De pequeños cantábamos y jugábamos en la ducha. Ahora que vamos creciendo también seguimos haciéndolo, pero de forma un tanto distinta. Lo que si que hacemos más cada día es tomar decisiones, y lo gracioso es que lo hacemos de forma casi inconsciente.
Quizás me guste reflexionar más de la cuenta, o quizás tan solo lo haga de forma diferente. Lo que si acabamos es dándonos cuenta de que con el tiempo cada vez nuestra personalidad se va fortaleciendo tanto que es entonces cuando comenzamos a conocernos a nosotros mismos realmente.
El caso es que todos somos diferentes. Un mundo por descubrir. Quizás por eso me gusta conocer a tanta gente, por que de cada uno aprendemos algo nuevo. Sin embargo creo que lo que muchas veces puede llegar a ser una virtud también puede llegar a ser un defecto.
La suerte es que el tiempo ayuda, enseña y sobre todo nos guía.
Entonces llega un día en el que de la forma más inesperada conocemos a alguien que desarma nuestra rutina. Alguien que nos pone una prueba una vez más. Alguien por quien, sin embargo, estamos dispuestos a hacer una de las cosas más dificiles que hay, esperar.
Y es que basta que no seas de los que se callan lo que sienten, para que tengas que hacerlo.
Así que sí, quizás no sea el tiempo, ni un nuevo año, o simplemente un nuevo reto. Quizás simplemente seamos nosotros mismos que estamos dispuestos a ponernos a prueba, al menos siempre y cuando, tengamos motivo para hacerlo.
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