martes, 20 de mayo de 2014

Las cosas que no pude responder.

Siempre lo recordaré con la misma intensidad de las punzadas que jamás dejarán de darme. Punzadas de recuerdos, de sensaciones, y de aprendizajes. La certeza de lo que jamás había llegado a comprender hasta aquel día que todo comenzó sin saber muy bien cómo ni por qué. 
Ya nunca podré decir que fue todo tan simple cómo lo que quisiera que fuera. Porque las situaciones complejas por definición, no han sido ni serán nunca jamás sencillas. 
Lo único que si te diré es que me guardo las cosas que no pude responder. Las mismas cosas a las que todavía sigo sin encontrarle respuesta porque jamás he sabido realizarlas.
¿Somos los dueños de nuestro destino? Tenemos el poder de escribir nuestro porvenir.., o eso pensaba. Estamos seguros de lo que creemos o de lo que sentimos siempre que todo se mantenga bajo control. La realidad viene cuando sucede algo tan fuerte, desconcertante y desafiante que dificulta mantener lo que hasta entonces creíamos. Y no me refiero de creencias o valores sociales o culturales que nos inculcan desde niños. Si hablamos de intensidades, hablemos de lo que nos define. De lo que sentimos y lo que hacemos. Hablemos de nosotros mismos. De lo que creíamos cómo cierto, cómo valido, cómo nuestro.
La mente podrá imaginar un sinfín de situaciones, de posibilidades e incluso de sueños. Pero el caos tiene un poder casi tan imperfecto como la perfección de lo soñado. Tan real cómo lo que nos desmonta la vida de la noche a la mañana. Tan real cómo las cosas que cambian nuestra vida. Tan real cómo las cosas que nunca podré responderte. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario