jueves, 23 de agosto de 2012

Un regalo del cielo.

-A tus pocos años te crees que tienes todo el tiempo del mundo, pero no es así. Ninguno lo tenemos. Lo malgastamos con toda la fuerza e indiferencia de quienes van de rebajas en Enero.
Dentro de una semana la gente abarrotará las calles, las tiendas, con la cartera abierta, despilfarrando el dinero.
+ Eso hace que el tiempo sea más precioso ¿no es así? Más precioso que el dinero, más precioso que cualquier otra cosa. 
No se puede ganar más tiempo. Una vez transcurrida una hora, una semana, un mes, un año, no hay forma de recuperarlos.

Y es que una cosa de gran importancia puede afectar a un pequeño numero de personas. De igual modo, una cosa de escasa importancia puede afectar a una multitud.
Sea como fuere, un suceso, ya sea grande o pequeño puede afectar a toda una cadena de personas. Los sucesos nos pueden unir. Como veis, todos estamos hechos de lo mismo.  Cuando ocurre algo, se desencadena una reacción en nuestro interior que nos emana con una situación, con otras personas, iluminándonos y uniéndonos como lucecitas en un árbol de navidad, enroscadas y retorcidas, pero así y todas concentradas en un cable.
Unas se apagan, otras tintinean, otras arden con fuerza y brillo y sin embargo todos estamos en la misma ristra.

Por que al fin y al cabo, una lección halla el denominador común y nos une a todos, como una cadena.
Del extremo de esa cadena, pende un reloj, y la esfera de ese reloj refleja el paso del tiempo. Lo oímos. Oímos el leve tictac que rompe el silencio, y lo vemos, pero a menudo no lo sentimos.
Cada segundo deja su marca en la vida de cada persona, viene y va, desapareciendo calladamente, sin fanfarria desvaneciéndose en el aire como vapor que desprende un puddin de Navidad bien caliente.
El tiempo es más precioso que el oro, mas precioso que los diamantes o cualquier tesoro valioso. Nunca tenemos bastante tiempo.
El tiempo desata la guerra en nuestro corazón así que tenemos saber gastarlo.
El tiempo no se puede envolver, ni adornar con un lazo, no se puede dejar bajo el árbol la mañana de navidad, el tiempo no se puede regalar. Pero se puede compartir.

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